
Cuando la Esperanza se Hace Voto: El Poder Judicial y el Compromiso Ciudadano.
“La esperanza es el sueño del hombre despierto.” – Aristóteles
El día de ayer. (domingo, 1ero de Junio del 2025) fue una fecha que quedará escrita en los libros de historia de nuestro país. Un paso avante en la democratización de nuestra sociedad. Estuvo muy lejos de ser perfecto, pero fue Maravilloso. En estas elecciones del poder judicial se instaló una casilla en casa de un servidor donde se contabilizaron alrededor de 250 votos. La afluencia de gente a lo largo de todo el día fue increíble. Vecinos que nunca se involucraban estaban ahí, emitiendo su voto; contentos, esperanzados… en otro lugar, sin embargo, había personas muy cercanas a mí, sin hacer ejercicio de ésta oportunidad. A ellos quiero dedicar éstas líneas.

Y es que a veces, uno se siente tentado a pensar que los grandes engranajes de la sociedad, como el sistema judicial, son algo ajeno, distante. Pero si lo piensas un poquito, te das cuenta de que su funcionamiento, o la falta de él, nos toca bien de cerca, en el día a día. Es como el aire que respiramos: solo notamos su importancia cuando empieza a faltar o a ensuciarse. Reflexionar sobre esto es una necesidad vital, especialmente cuando tienes en mente el bienestar de los que vienen detrás, de nuestros hijos.
Queremos para ellos un mundo donde puedan confiar, donde las reglas del juego sean claras y justas para todos. Asimilar que nuestra participación, por pequeña que parezca, suma a ese anhelo colectivo, es el primer paso. Y llevarlo a la práctica, informándonos, dialogando, participando en procesos como las elecciones del poder judicial, es la forma de materializar esa esperanza en algo concreto. Este tipo de participación, como la que se da en las elecciones del poder judicial, es un compromiso con nosotros mismos y con las futuras generaciones. La relevancia de las elecciones del poder judicial para la estructura democrática es innegable.
Cuando la Esperanza se Hace Voto: El Poder Judicial y el Compromiso Ciudadano
Uno observa el panorama y entiende, de verdad que sí, esa sensación de desconfianza que a veces nos embarga. Escuchas una cosa por aquí, otra por allá, y entre ciertas actitudes que vemos en la arena política y el torbellino de información, a veces confusa, que nos llega por los medios, es natural sentirse un poco perdido o escéptico. Uno mismo, con los años y las experiencias, aprende a tomar las cosas con cautela, especialmente frente a procesos tan significativos como las elecciones del poder judicial.
Sin embargo, incluso en medio de esa neblina, hay destellos que llaman la atención. Te encuentras con noticias, reportajes, análisis en la televisión o en el periódico que de pronto ponen el foco en temas cruciales, como la conformación de nuestras instituciones. Y notas que hay un interés, una curiosidad. O quizás, en un día de elecciones, ves la casilla ahí, cerca de tu casa, accesible. Y aunque no todo el mundo se acerque, el simple hecho de que esté ahí, y que algunos sí decidan participar, te dice algo.
Te habla de una semillita de interés que sigue viva en el corazón de la gente por involucrarse en las decisiones que marcan el rumbo de nuestro México, incluyendo algo tan fundamental como las elecciones del poder judicial. La manera en que se abordan públicamente las elecciones del poder judicial puede influir enormemente en esta percepción.
Es comprensible sentirse desconectado a veces. Uno puede llegar a pensar: “¿Realmente mi opinión cuenta? ¿Mi voz hace alguna diferencia entre tanto ruido?”. Y es una sensación válida, porque muchas veces los procesos parecen lejanos, complejos, como si se cocinaran en una esfera a la que no tenemos acceso. Piénsese en la magnitud de organizar y llevar a cabo unas elecciones del poder judicial a nivel nacional.
Pero luego ves esos pequeños actos, esa participación que sí ocurre cuando la oportunidad se presenta de forma clara y directa, como una urna electoral a la vuelta de la esquina, o cuando los medios de comunicación logran explicar la importancia de un tema. Ahí te das cuenta de que, en el fondo, late un deseo genuino en muchos de nosotros por conectar, por ser parte de la construcción de algo mejor, algo que se manifiesta en el interés por las elecciones del poder judicial.
Cuando piensas en tus hijos, en su futuro, en el tipo de sociedad en la que crecerán, todo esto cobra una nueva dimensión. Quieres para ellos un entorno donde se sientan seguros, donde la justicia no sea una palabra vacía. Y es que las decisiones como la manera en que se elige y funciona nuestro sistema judicial, tienen un eco directo en nuestra vida cotidiana, aunque no siempre lo percibamos de inmediato.
Afecta la seguridad en las calles, la forma en que se resuelven los conflictos, la confianza que podemos tener en que se protegerán nuestros derechos y los de nuestros pequeños. Incluso para quienes, por las razones que sean, no participan activamente, las consecuencias de estas decisiones, como las derivadas de las elecciones del poder judicial, llegan hasta la puerta de su casa. Por eso, ese interés que se vislumbra, esa participación, aunque sea parcial, en procesos como las elecciones del poder judicial, refleja un anhelo compartido: el deseo de tener un sistema que funcione, que nos dé certeza y que contribuya a un bienestar más generalizado.
No se trata de señalar con el dedo a quien no participa. Cada quien tiene sus motivos, y muchos son comprensibles, nacidos de la decepción o de la falta de información clara sobre, por ejemplo, lo que implican las elecciones del poder judicial. Más bien, ese interés que sí se manifiesta, por tímido que parezca, puede ser un maravilloso punto de partida.
Una invitación a mirarnos a nosotros mismos, a preguntarnos: cuál es mi papel en todo esto ??? Cómo puedo contribuir, desde mi trinchera, a que las cosas mejoren ?? Ese interés es una señal positiva, una lucecita que nos indica que existe una base sobre la cual podemos empezar a construir. Podemos generar espacios para platicar honestamente, sin gritos ni sombrerazos, sobre cómo queremos que sea nuestro sistema de justicia, cómo podemos fortalecerlo entre todos, y cómo las elecciones del poder judicial son una herramienta en ese proceso.

A veces, uno como padre se preocupa por tantas cosas: la escuela de los niños, su salud, que sean buenas personas. Y todo eso es fundamental. Pero también es importante recordar que el entorno en el que crecen juega un papel enorme. Un país con instituciones sólidas, con un sistema judicial confiable, es parte de ese legado que les dejamos. Las elecciones del poder judicial, por ejemplo, pueden parecer un tema técnico, pero en el fondo se trata de quiénes tomarán decisiones que pueden afectar profundamente la vida de nuestras familias. La transparencia en las elecciones del poder judicial es, por tanto, un asunto de interés público general.
Quizás el camino no es esperar a que todo cambie por arte de magia, sino ir poniendo cada uno nuestro granito de arena. Reconocer que la desconfianza existe, y es legítima, es el primer paso para sanar. Pero también es vital no quedarse ahí, sino ver esa lucecita de esperanza, ese interés latente que se manifiesta cuando se dan las condiciones. Es como cuando un niño pequeño empieza a caminar; al principio duda, se cae, pero si siente el apoyo, la confianza, si ve que su esfuerzo tiene un resultado, sigue intentándolo. Como sociedad, también estamos aprendiendo a caminar en muchos aspectos, y las elecciones del poder judicial representan un paso en esa dirección.
La información es clave, por supuesto. Una información clara, veraz, que nos permita entender qué está en juego, cómo nos afecta y cómo podemos participar. Cuando los medios se toman en serio esta labor, cuando nos explican, por ejemplo, la trascendencia de unas elecciones del poder judicial, se abre una puerta para muchos ciudadanos que quizás antes no veían la relevancia del tema. Y si a eso le sumamos la cercanía, la facilidad para participar, como una casilla bien ubicada, se crea una sinergia poderosa que impulsa la participación en las elecciones del poder judicial.
Se trata, creo yo, de cultivar una cultura de participación consciente. No solo ir a votar porque “toca”, sino entender el porqué, el para qué. Y eso empieza en casa, en las conversaciones que tenemos, en el ejemplo que damos. Si nuestros hijos nos ven interesados en lo que pasa en nuestra comunidad, en nuestro país, si nos escuchan hablar con respeto sobre la importancia de construir entre todos un lugar mejor, eso se queda grabado. Entender la mecánica y el impacto de las elecciones del poder judicial es parte de esa cultura cívica.
La desafección política es un fenómeno complejo, con raíces profundas. No se resuelve de un día para otro. Pero cada persona que decide informarse, que decide alzar la voz de manera constructiva, que decide participar, está encendiendo una pequeña vela en la oscuridad. Y muchas velas pequeñas pueden iluminar un espacio muy grande. Las elecciones del poder judicial son una de esas oportunidades para ejercer nuestra ciudadanía de forma activa y consciente, y cada voto en estas elecciones del poder judicial cuenta.
El anhelo de un México más justo, más equitativo, más pacífico, es algo que compartimos la gran mayoría. Y ese anhelo puede ser el motor que nos impulse a superar la apatía o la desconfianza. Ver que otros se interesan, que otros participan, puede ser contagioso en el buen sentido. Nos recuerda que no estamos solos en este deseo de mejora, y que el debate en torno a las elecciones del poder judicial puede enriquecer nuestra democracia.
Es importante no caer en la simplificación de pensar que todo se reduce a un solo acto, como votar. La construcción de una sociedad más participativa es un proceso continuo, que implica informarse, dialogar, exigir, proponer. Pero cada paso cuenta, y cada proceso electoral, como el de las elecciones del poder judicial, nos ofrece una plataforma para ejercer esa ciudadanía activa. La correcta fiscalización de las elecciones del poder judicial también es un pilar fundamental.
Quizás uno de los mayores desafíos sea tender puentes entre esa esfera donde se toman las decisiones y la vida cotidiana de la gente. Hacer que los ciudadanos sientan que su voz realmente importa, que su participación tiene un impacto tangible. Y eso requiere un esfuerzo de ambas partes: de las instituciones, para ser más transparentes y accesibles en todos sus procesos, incluidas las elecciones del poder judicial; y de nosotros, los ciudadanos, para asumir nuestra corresponsabilidad.
Cuando observamos el comportamiento humano, vemos esa necesidad intrínseca de conexión, de pertenencia. Sentirnos parte de algo más grande, de un proyecto colectivo, nos da propósito. Y la participación ciudadana, en sus múltiples formas, puede satisfacer esa necesidad. Desde este humilde rincón, uno ve que el interés en temas como las elecciones del poder judicial, aunque a veces parezca limitado, es una muestra de esa búsqueda de conexión con el destino de nuestra comunidad. Profundizar en el conocimiento sobre las elecciones del poder judicial fortalece esta conexión.

Podríamos pensar en cómo fomentar esa conexión desde la infancia. No enseñando política partidista, por supuesto, sino inculcando valores como la justicia, la responsabilidad, el respeto por los demás y por las reglas que nos damos como sociedad. Cuando un niño aprende en casa y en la escuela que sus acciones tienen consecuencias, que su opinión es escuchada y valorada (aunque no siempre se haga lo que él quiere), está desarrollando las bases para ser un ciudadano participativo y consciente en el futuro, alguien que entenderá la importancia de informarse sobre las elecciones del poder judicial.
Es fundamental también reconocer la diversidad de opiniones y de formas de participar. No todos tenemos que pensar igual ni involucrarnos de la misma manera. Pero sí podemos compartir un compromiso básico con el bienestar colectivo y con los principios democráticos. El diálogo respetuoso, incluso entre quienes piensan diferente, es esencial para construir consensos y para encontrar soluciones a los problemas que nos aquejan. Las elecciones del poder judicial pueden ser un tema que genere debate, y eso es sano, siempre y cuando se haga desde el respeto y con la voluntad de entender los diferentes puntos de vista. Un debate informado es crucial.
La tarea de construir una sociedad más justa es de largo aliento. No hay soluciones mágicas ni atajos. Requiere paciencia, perseverancia y, sobre todo, mucha esperanza. Una esperanza activa, que se traduzca en acciones concretas. Cada vez que un ciudadano se informa, reflexiona y participa en las elecciones del poder judicial, está alimentando esa esperanza.
Es fácil caer en el cinismo, especialmente cuando hemos visto promesas incumplidas o cuando sentimos que las cosas no cambian tan rápido como quisiéramos. Pero el cinismo es paralizante. La esperanza, en cambio, nos moviliza, nos impulsa a seguir intentándolo. Y esa esperanza se fortalece cuando vemos que no estamos solos, que hay otros que comparten nuestros anhelos y que también están dispuestos a trabajar por ellos. Las elecciones del poder judicial y la participación ciudadana en torno a ellas son un reflejo de esa dinámica.
Quizás uno de los aprendizajes más profundos que uno va teniendo es que la transformación social incluye una transformación personal. Por un cambio de mirada, por una mayor conciencia de nuestro papel en el mundo. Y desde esa conciencia, podemos conectar con los demás de una manera más auténtica y constructiva. La neurociencia nos enseña cómo nuestros cerebros están cableados para la conexión social, y la teoría del apego subraya la importancia de las relaciones seguras y confiables para nuestro desarrollo. Un sistema judicial que inspira confianza, fortalecido por procesos transparentes como las elecciones del poder judicial, es, en cierto modo, una extensión de esa necesidad de seguridad a nivel social.
Desde la perspectiva budista, se habla mucho de la interdependencia, de cómo todos estamos conectados y cómo nuestras acciones, por pequeñas que sean, tienen un impacto en el todo. Participar en la vida cívica de nuestro país, preocuparnos por la calidad de nuestras instituciones, como a través de las elecciones del poder judicial, es una forma de reconocer esa interdependencia y de asumir nuestra responsabilidad en la creación de un mundo mejor para todos los seres.
Este interés, aunque no sea universal, es una señal positiva. Es como cuando ves los primeros brotes verdes después de un largo invierno. Te dan esperanza de que la vida sigue, de que hay potencial para el crecimiento y la renovación. Y esa esperanza es la que puede alimentar un diálogo más amplio y profundo sobre el futuro que queremos para México, un futuro donde las elecciones del poder judicial sean vistas por todos como una oportunidad de fortalecimiento democrático. Celebrar la participación, por modesta que sea, y entender las razones de quienes no se suman, nos permite trazar un camino más inclusivo y efectivo hacia adelante.
Un horizonte compartido: sembrando el futuro
Al final del día, lo que nos queda es la esperanza. No una esperanza pasiva, de esperar a que las cosas sucedan, sino una esperanza activa, que se construye con cada pequeño gesto, con cada reflexión compartida, con cada voto emitido con conciencia.
La participación ciudadana en eventos como las elecciones del poder judicial, por modesta que a veces parezca, es un testimonio de ese deseo profundo de ser arquitectos de nuestro propio destino. Es ver que, a pesar de los tropiezos y las desilusiones, una parte de nosotros sigue creyendo en la posibilidad de un mañana más equilibrado y justo, especialmente para nuestros hijos, para esas nuevas generaciones que merecen heredar un país donde la justicia y la paz florezcan.
Que cada ciclo de elecciones del poder judicial nos encuentre más unidos en este propósito. Si estas ideas resuenan contigo, qué bueno sería que pudieran llegar a más corazones y mentes, para que juntos sigamos tejiendo esta red de compromiso y esperanza.