
“En tus ojos mi rostro, en los míos el tuyo.
En los rostros descansan los corazones fieles.
¿Dónde podríamos encontrar dos mejores hemisferios sin un norte definido, sin un occidente declinante?
Aquello que muere no estaba mezclado con igualdad.
Si nuestros corazones son uno, o nuestro amor semejante, ninguno desfallecerá, ninguno morirá.
.- Tristán e Isolda -.”
Hace 16 años que leí por primera vez estas palabras en los subtítulos de una película, “Tristán e Isolda” (Kevin Reynolds, 2006). Atraído por la música de Wagner, vine a parar a un poema que se grabó hondo en mi ser desde entonces. Hermoso y profundo, vuelve a mi mente y resuena en mi corazón con la misma intensidad que la primera vez.
Hay un algo en su estilo poético, en su profundidad e intensidad que lo vuelve fascinante. No solo es inmensamente bello desde el punto de vista artístico, además es racional, al menos a ojos de un servidor. Me explico:
El Reflejo y la Unidad:
- “En tus ojos mi rostro, en los míos el tuyo.”: Esta primera línea establece una imagen poderosa de reciprocidad y profunda conexión. No se trata solo de mirarse, no es el acto en sí de verse el uno al otro físicamente, sino de una identificación mutua. El “yo” de cada uno se encuentra y se refleja en el otro, sugiriendo una unidad esencial entre ambos. Esta imagen evoca la idea de Almas gemelas que se reconocen, Almas que en su coincidencia o bien en su complementariedad, pero parecen hechas para estar juntas.
- “En los rostros descansan los corazones fieles.”: Aquí se vincula la apariencia externa (los rostros) con la esencia interna (los corazones fieles). Sugiere que la lealtad y la devoción mutua son tan evidentes que se manifiestan incluso en la expresión facial. El verbo “descansan” implica una seguridad y un refugio que encuentran los corazones en la presencia del otro. Nuevamente, no la presencia física, sino la presencia con la que contamos de aquella persona con quien compartimos nuestra vida.
La Búsqueda de la Perfección y la Trascendencia:
- “¿Dónde podríamos encontrar dos mejores hemisferios sin un norte definido, sin un occidente declinante?”: Esta pregunta retórica utiliza una metáfora geográfica para expresar la singularidad e inigualdad de su unión. Los “hemisferios” representan a Tristán e Isolda, y la ausencia de un “norte definido” (punto de referencia fijo) y un “occidente declinante” (final o decadencia) sugiere que su amor trasciende las limitaciones de espacio y tiempo, y las direcciones convencionales. Es un amor completo, ilimitado y eterno. La pregunta implica que no existe en el mundo una unión comparable a la suya. Y es que el Amor posee esa cualidad de tomar la forma que el amante desea, y si el amante lo quiere completo, ilimitado y eterno, así será… por un instante tal vez, pero así será.
La Inmortalidad del Amor Verdadero:
- “Aquello que muere no estaba mezclado con igualdad”: Esta afirmación establece una condición para la mortalidad: la falta de una mezcla equitativa. En el contexto del amor, esto podría interpretarse como que las relaciones basadas en la desigualdad, el desequilibrio o la falta de reciprocidad están destinadas a perecer.
- “Si nuestros corazones son uno, o nuestro amor semejante, ninguno desfallecerá, ninguno morirá.”: Esta es la declaración central de la trascendencia de su amor. La condición “si”, en el contexto de las líneas anteriores, se da por sentada. La unidad de sus corazones y la semejanza de su amor los hacen invulnerables a la muerte y al declive. Su amor se eleva por encima de las limitaciones terrenales, alcanzando una dimensión casi mística.
En resumen, estamos hablando de:
- La profunda reciprocidad y unidad.
- La fidelidad y la seguridad que encuentran sus corazones en el otro.
- La singularidad y la trascendencia de su amor, que no encuentra paralelo en el mundo.
- La idea de que el amor verdadero, basado en la igualdad y la unidad, es inmortal.
Acaso, cuando nos enamoramos, no miramos en cierta medida a través de todos estos elementos nuestra relación ?